lunes, 10 de diciembre de 2012

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Organización de la República: 

Tras la renuncia de O'Higgins, el país entró en un largo período de inestabilidad política que duró toda una década. El general Ramón Freire, que asume como Director Supremo siendo asesorado por Juan Egaña, se dedica a acabar con el último foco de resistencia colonial en Chiloé, pero el constante desorden  en que se encuentra el país es un grave obstáculo para su gobierno. Como forma de solucionar dicho problema, es redactada la Constitución Moralista de 1823; sin embargo, su complejidad genera un gran rechazo en la población que, sumado a la crisis económica imperante, provoca la caída del gobierno de Freire. 

En un ambiente dominado por las rencillas entre los grupos políticos, Manuel Blanco Encalada es elegido como el primer Presidente de Chile. Su corto gobierno estuvo marcado por el dominio del grupo federalista y la promulgación de las Leyes Federales de 1826. Pero nuevamente esta legislación es rechazada y provoca un caos en el país. Blanco Encalada renuncia y se establece una sucesión de presidentes de cortos períodos de gobierno. 

En 1828, Francisco Antonio Pinto logra aprobar la Constitución de 1828 de corte liberal. En elecciones, Pinto es reelecto, pero se le acusa de fraude electoral. Además, el Congreso Nacional designa a Francisco Ramón Vicuña como vicepresidente, cargo que debía ser electo por votación popular. Esto provoca el levantamiento del ejército a cargo de José Joaquín Prieto que controla rápidamente el sur de Chile, dando inicio a la Revolución de 1829. 

Pinto y Vicuña renuncian para evitar la Guerra Civil, pero ya es demasiado tarde. La unión entre conservadores (pelucones), estanqueros y o'higginistas, tras la batalla de Ochagavía, produce la caída del régimen liberal y se instaura un gobierno revolucionario a cargo de José Tomás Ovalle. Finalmente, la batalla de Lircay, otorga la victoria definitiva de los revolucionarios y el fin del régimen liberal.
 

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Manuel Blanco Encalada. 

República Conservadora: 

José Joaquín Prieto, tras salir victorioso en la Revolución, asumió como Presidente de la República en 1831. Junto a él, el poder de Diego Portales se acrecentó de tal forma que se convirtió en el hombre más importante del país. 

Siguiendo la ideología de Portales, de carácter autoritario —"gobierno obedecido, fuerte, centralizador, respetado y respetable, impersonal, superior a los partidos y a los prestigios personales"—, es promulgada la Constitución de 1833, la que entrega fuertes poderes al Presidente de la República, electo por sufragio censitario por un período de 5 años y reelegible por otros 5. Esto permite que el país acabe con el período de anarquía de los últimos años, estableciendo un período de estabilidad (sólo rota momentáneamente por las revoluciones de 1851 y 1861), sentando las bases institucionales en que se desarrollaron los posteriores regímenes, y comenzando a recuperarse de la crisis económica. 

El descubrimiento del mineral en Chañarcillo y la venta de trigo hacia mercados externos comenzaron a otorgar riqueza al país. Sin embargo, la rivalidad de los puertos de Valparaíso y del Callao en el Perú, por el dominio del Pacífico se agravó con la creación de la Confederación Perú-Boliviana de Andrés de Santa Cruz. Portales, uno de los más férreos enemigos de esta confederación, fue uno de los promotores de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. En su cargo de Ministro de Guerra, logró que el Congreso declarara la guerra el 28 de septiembre de 1836. Gran parte del pueblo y del ejército no estaba convencido de ir a la guerra. Sin embargo, el asesinato del mismo Portales, el 6 de junio de 1837, fue el aliciente necesario para la participación en la guerra y la victoria en la batalla de Yungay al mando del general Manuel Bulnes, el 20 de enero de 1839. 

En 1841, Bulnes es elegido como sucesor de Prieto. Durante este período, la economía chilena sigue en auge. Se inaugura la Universidad de Chile y comienza un auge de la cultura con la Sociedad Literaria de 1842 de José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao, entre otros. Además, se da inicio a un período conocido como Época de Expansión con el establecimiento de una colonia en el Estrecho de Magallanes. Al fin de su mandato, un intento revolucionario para evitar la asunción de Manuel Montt, fue aplacado tras la batalla de Loncomilla, el 8 de diciembre de 1851. 

Junto a su ministro, Antonio Varas, Montt siguió la senda de su predecesor. Se construyeron ferrocarriles, puentes y carreteras, se elaboró el Código Civil de Andrés Bello y se da inicio a la colonización del sur de Chile, a través de la inmigración alemana en las regiones de Valdivia y Llanquihue, coronada con la fundación de Puerto Montt. 
Sin embargo, la estabilidad del régimen conservador comenzó a tambalear. La Cuestión del Sacristán dio origen a un conflicto entre la Iglesia Católica y el Estado, dejando a Montt en una encrucijada. Ante esta situación, muchos conservadores se alejan del Presidente y se unen a los opositores al gobierno, dando origen a la Fusión Liberal-Conservadora. Antonio Varas, representando al Partido Nacional (Montt-varista) finalmente es derrotado por la Fusión Liberal Conservadora, en 1861.
 

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Don Diego Portales Palazuelos. 

República Liberal: 

José Joaquín Pérez asume como Presidente en 1861, como candidato de unidad y con éste acaba el período llamado "Época de los Decenios" (debido a la duración del mandato de los Presidentes Prieto, Bulnes, Montt y Pérez). 

Una de las primeras situaciones que debió enfrentar Pérez fue la Guerra contra España. El reino europeo había ocupado las Islas Chincha, pertenecientes al Perú como forma de pago por antiguas deudas contraídas durante la guerra de la independencia, luego de la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824 y reconocida en la capitulación que se acordó después de la batalla. Años después los tenedores de bonos, tanto peruanos como españoles, presionaron para que se hiciera efectiva la deuda, lo que motivó la presencia en las costas occidentales de Sudamérica de la Expedición Científica, denominación asignada a una fuerte escuadra de guerra de España. El pretexto de la toma de las islas, fue un incidente en la hacienda Malambo con resulta de un español muerto y el Tratado Vivanco-Pareja, repudiado por el pueblo peruano y que fue considerado como una afrenta a la independencia americana. Chile se alía con Perú y finalmente, en el combate naval de Abtao, los españoles son derrotados por la escuadra aliada, no sin antes bombardear el puerto de Valparaíso, el 31 de marzo de 1866 y librarse el combate del Dos de Mayo, el 2 de mayo del mismo año, en El Callao. 

El período de expansión iniciado durante el gobierno de Montt es continuado. En el norte de Chile, se comienza la inversión y explotación de minerales (salitre y cobre) en la zona de Antofagasta, bajo administración boliviana. Al mismo tiempo, el francés Orélie Antoine de Tounens declaró la independencia del Reino de la Araucanía y la Patagonia. Aunque este estado nunca es instalado definitivamente, genera en el país la idea de controlar finalmente dicha región bajo dominación indígena. En 1865, una ley interpretativa de la Constitución establece la libertad de cultos y en 1867 comienza a regir el Código de Comercio. 

En 1871 asume como Presidente, Federico Errázuriz Zañartu. Durante su gobierno, se acaba la Fusión Liberal-Conservadora y se crea la Alianza Liberal, al unirse los liberales con el Partido Radical. Durante el Régimen Liberal, se realizan diversas modificaciones a la Constitución de 1833: se reduce el quórum de sesión de las cámaras del Congreso, se limitan las facultades presidenciales y se flexibiliza la acusación a los ministros por parte del Congreso, el que comienza a tener más atribuciones. Además, comienzan a tratarse las "cuestiones teológicas" o relacionadas con las Iglesia. Se aprueba el Código Penal en 1874 y la Ley de organización y atribuciones de los tribunales (1875), que suprime el fuero eclesiástico y los recursos de fuerza. 

En 1879, los roces diplomáticos entre Chile y Bolivia por la administración de la frontera norte del país y de los intereses chilenos en las minas salitreras, provoca el desembarco en Antofagasta el 14 de febrero, dando inicio a la Guerra del Pacífico, el mayor conflicto bélico de la historia del país. 
Tras la ocupación de los territorios de Antofagasta, Chile se enfrenta en el mar al Perú, aliado de Bolivia, y acaba con la ocupación de los territorios de Tarapacá, Arica y Tacna, a mediados de 1880. Bolivia se retira de las acciones militares en mayo de ese año y Chile logra entrar en Lima tras la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881. La guerra finalmente acabó con la firma del Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883. 

La victoria chilena sobre los países aliados, permite la expansión del territorio nacional anexando Tarapacá, Arica y Tacna por el Tratado de Ancón y Antofagasta. Paralelamente, la zona de la Araucanía había sufrido un proceso de lenta incorporación a través de la construcción de fuertes, instalación de colonizadores y tropas militares y la realización de parlamentos, logrando la Pacificación de la Araucanía en 1881. En 1888, es incorporada también la Isla de Pascua. Por otra parte, Chile renuncia a su reclamación sobre el territorio de la Patagonia Oriental y de la Puna de Atacama y acepta la soberanía de la Argentina en ellos tras el tratado de 1881. 

Los nuevos territorios incorporados provocaron un explosivo auge económico en el país derivado principalmente de la minería del salitre, recuperándose así de la crisis económica de los años 1870. Diversas firmas europeas, principalmente británicas se instalan en el extremo norte del país explotando los nitratos. La riqueza producida por el "oro blanco" sustentaba el 75% de los ingresos fiscales y la totalidad de la economía nacional. 

Entre 1883 y 1884 se aprueban diversas leyes tendientes a la laicización del Estado: ley de cementerios laicos; ley de matrimonio civil; y ley de registro civil. 

José Manuel Balmaceda fue electo Presidente en 1886. Aprovechando los dividendos provenientes de la explotación salitrera, el gobierno de Balmaceda se caracterizó por la modernización completa del sistema económico, educacional y sanitario, y la construcción de grandes obras civiles, como ferrocarriles a lo largo de todo el país y el Viaducto del Malleco. Durante su gobierno, trató de unificar a los liberales en torno a su figura, pero la división se profundizó, imposibilitando el normal desarrollo de su gobierno. Era común que el Congreso acusara constitucionalmente a los ministros, paralizando el normal desarrollo del gobierno de Balmaceda. Además, sumó como enemigos a los líderes conservadores, a la aristocracia y a los empresarios salitreros. 

La fuerte oposición a Balmaceda se concretó cuando el Congreso no aprobó la Ley de Presupuestos del año 1891. Balmaceda declaró, el 1 de enero, que se prorrogaría el presupuesto del año anterior y que el Congreso no se reuniría hasta el mes de marzo. Ese mismo día, el Congreso consideró ilegítima la actitud del Presidente y declaró su destitución. La armada se adhirió a los parlamentarios, mientras el ejército declaró su lealtad al Primer mandatario, dando inicio a la Guerra Civil de 1891. 

El 12 de abril, fue declarado un gobierno paralelo en Iquique liderado por Ramón Barros Luco y el almirante Jorge Montt. Rápidamente, las tropas congresistas derrotaban en el norte a los balmacedistas. Tras las batallas de Concón (20 de agosto) y Placilla (28 de agosto), las tropas revolucionarias lograron entrar en Santiago. Balmaceda, refugiado en la embajada de Argentina, se suicida el 19 de septiembre (el día anterior era la fecha de término de su mandato), acabando con la Guerra Civil que produjo más de 10.000 muertes.
 

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Combate Naval de Iquique, episodio de la Guerra del Pacífico. 

 
José Manuel Balmaceda. 

República Parlamentaria: 

La victoria de las tropas congresistas en la Guerra Civil, permitió el establecimiento de un sistema político conocido como República Parlamentaria, dominado principalmente por la oligarquía compuesta por los grandes terratenientes, la burguesía minera y bancaria y la aristocracia chilena. 

Aunque no se estableció un sistema parlamentario propiamente tal, el Congreso Nacional dominó la política nacional y el Presidente se convirtió en una figura prácticamente decorativa, sin autoridad y supeditado a la decisión de las mayorías parlamentarias, por lo que era incapaz de hacer aprobar las reformas que el país requería. Los gabinetes ministeriales eran constantemente censurados por el Congreso y debían presentar su renuncia inmediatamente, produciéndose una rotativa ministerial que imposibilitaba un adecuado gobierno. Por ejemplo, el gobierno de Germán Riesco tuvo un total de 17 gabinetes y 73 ministros en un período de 5 años. 

Durante estos años, el progreso del país continuó debido a la riqueza que producía la minería del salitre, lo que permitió la construcción de algunas obras como el Ferrocarril Trasandino y el Museo Nacional de Bellas Artes, en conmemoración del Centenario de la Independencia. Sin embargo, la economía nacional debió sobreponerse al destructor terremoto que asoló al puerto de Valparaíso, el 16 de agosto de 1906. 

A nivel internacional, mediante arbitraje británico, se resuelven los problemas limítrofes que se mantenían con Argentina en la zona austral de los Andes debido a que la aplicación de los criterios del divortium aquarum (divisoria de aguas), defendido por Chile, y de las más altas cumbres, sustentado por Argentina, no coincidían en la zona. Al mismo tiempo, ambos países junto a Brasil firman el denominado Pacto ABC para establecer mecanismos de cooperación y de mediación entre dichos estados y, de cierta forma, contrarrestar la creciente influencia estadounidense en la zona. En esos años, se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial, conflicto en el cual Chile decide mantenerse neutral. 

Sin embargo, a lo largo de las primeras dos décadas del siglo XX, comenzó a manifestarse el descontento de la ciudadanía por la mala situación. La fuerte migración de campesinos a las ciudades hizo que los migrantes debieran someterse a paupérrimas condiciones de vida, hacinamiento y problemas sanitarios. La mortalidad en 1895, era del 31‰, 30.000 personas fallecían de viruela en 1909 y, 18.000 por tifus, mientras el analfabetismo superaba el 68% de la población. Por otra parte, las condiciones laborales, tanto en las ciudades como en las oficinas salitreras, eran vergonzosas. Mil personas fallecían en accidentes laborales cada año. Mas toda esta situación era minimizada y desconocida por los dirigentes. Como forma de mejorar esta situación, a partir de los años 1900 comenzó a hacerse patente la llamada Cuestión Social con las primeras huelgas de trabajadores exigiendo condiciones básicas para su desarrollo laboral. Las primeras reformas laborales surgieron recién a mediados de esa década; ejemplo de ello es que sólo en 1907 fue implantado el descanso dominical. Muchas de estas protestas acabaron trágicamente por la represión militar en contra de los trabajadores, siendo la más conocida la Matanza de Santa María de Iquique. La fundación de sindicatos, mutuales y del Partido Obrero Socialista (1912) permitió el desarrollo del movimiento obrero a nivel nacional. Las protestas comenzaron a volverse cada día más grandes y más violentas, demostrando la incapacidad de la clase dirigente para enfrentar los problemas que la nueva sociedad industrial estaba imponiendo. 

En 1920, la unión de las fuerzas populares y la clase media le arrebató el poder a la oligarquía, y Arturo Alessandri asumió como Presidente. Éste propuso al Congreso la adopción de leyes muy avanzadas en materia social, pero esos proyectos encontraron una tenaz oposición en el Senado. El descontento por el rechazo a las reformas se manifestó en el Ruido de sables de 1924, realizado por la joven oficialidad del ejército que, en una sesión del Congreso en que se debatía la dieta parlamentaria (remuneración), hicieron sonar sus sables como forma de demostrar su molestia, lo que además fue interpretado como una amenaza de golpe de estado. El Congreso en esta situación, aprueba velozmente las leyes sociales, creyendo que los militares volverían a sus labores propias; sin embargo, ello no sucedió. Ante esta situación, Alessandri siente que su poder ha sido sobrepasado y presenta su renuncia al Congreso, asilándose en la embajada de Estados Unidos. Éste no acepta su renuncia y le da una autorización para ausentarse del país por seis meses. El 10 de septiembre abandona el país, rumbo a Italia. 

El poder quedó a cargo de los militares, que constituyeron una Junta de Gobierno, los que sin embargo no lograron controlar la situación. El 11 de septiembre la junta decreta la disolución del Congreso Nacional, tras 93 años de funcionamiento ininterrumpido. El 23 de enero del año siguiente se forma una nueva junta. A los pocos meses, se solicitó el regreso de Alessandri. Al volver, el 20 de marzo de 1925, se encuentra con la aparición de un nuevo caudillo militar, Carlos Ibáñez del Campo. Alessandri decide realizar cambios profundos al sistema político nacional y logra crear el Banco Central de Chile y que apruebe en un plebiscito una nueva Constitución, que es promulgada el 18 de septiembre de 1925. Con esta Constitución, el poder vuelve a ser ejercido efectivamente por el Presidente de la República, dando fin al gobierno parlamentario, y estableciendo un régimen presidencial.
 

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Sede del Congreso Nacional hasta 1973. 

 
Valparaíso, tras el terremoto de 1906. 

República Presidencial: 

-Crisis e inestabilidad: 

Tras la victoria del presidencialismo, Alessandri e Ibáñez se enfrascaron en una disputa por el liderazgo. El primero deseaba establecer un candidato único para la Presidencia, cargo que ambicionaba el militar. Éste fue apoyado por un manifiesto de varios políticos promoviendo su candidatura que parecía oficial a pesar del rechazo manifestado por Alessandri, produciendo la renuncia en pleno del gabinete. Frente a esta situación, Ibáñez publicó una carta abierta al Presidente recordándole que sólo podría gobernar emitiendo decretos con su firma, ya que era el único ministro en el gabinete. De esta forma, el gobierno de Alessandri estaba sometido a las decisiones de Ibáñez, algo que el León de Tarapacá no aguantaría: designó a Luis Barros Borgoño como ministro del Interior y presentó su renuncia irrevocable, el 2 de octubre de 1925. 

Barros Borgoño fue reemplazado por Emiliano Figueroa, que había sido electo como candidato de consenso entre los partidos políticos para enfrentar la crisis política en que se encontraba el país. Sin embargo, Ibáñez logró mantenerse como ministro del Interior. Figueroa no pudo controlar a Ibáñez y terminó renunciando el 7 de abril de 1927. Entonces, Ibáñez asumió como Presidente ante la vacancia del cargo. 

Durante el gobierno de Ibáñez se crearon diversos organismos como la Línea Aérea Nacional, la Contraloría General de la República, Carabineros de Chile y la Fuerza Aérea de Chile. Además, se promulgó el Código del Trabajo y se firmó el Tratado de Lima, el 3 de junio de 1929, que zanjó los problemas limítrofes con el Perú. 

Ibáñez tuvo, en un comienzo, el respaldo de la ciudadanía. Pero con el pasar de los meses, comenzó a tener actitudes extremadamente autoritarias. Cientos de políticos, incluido Alessandri, partieron al exilio, se establecieron restricciones a la prensa y el Congreso fue designado por Ibáñez con acuerdo de los partidos políticos, recibiendo el apelativo de Congreso Termal, por el lugar donde se efectuó la negociación (las Termas de Chillán). 

El crack de la Bolsa de Nueva York, dio origen en 1929 a la Gran Depresión. El gobierno de Ibáñez que había triplicado la deuda externa al solicitar préstamos a Estados Unidos y el inevitable colapso de la minería del salitre provocaron una crisis sin precedentes a nivel nacional. En menos de tres años, el producto interno bruto del país cayó a menos de la mitad y Chile fue considerado por la Sociedad de Naciones como uno de los más afectados por la crisis. Frente a esta situación, Ibáñez presenta la renuncia en 1931 y deja el gobierno en manos de Juan Esteban Montero, Presidente del Senado. En las elecciones que fueron convocadas para octubre, Montero derrotó holgadamente a Alessandri, que había regresado del exilio. 

Montero al reasumir la presidencia, se enfrentó inmediatamente a diversos intentos revolucionarios. La sublevación de la Escuadra en Coquimbo sólo fue el primer intento golpista de una serie que se sucedería en los meses siguientes, logrando consumarse, finalmente, el 4 de junio de 1932. 

Los líderes del golpe de estado, Marmaduque Grove, Carlos Dávila y Eugenio Matte declararon la República Socialista de Chile. Sin embargo, este gobierno duró sólo 12 días, hasta que un contragolpe acabara con este intento, lo que permitiría que Dávila como presidente y que los otros dos miembros de la Junta fueran desterrados a Isla de Pascua. Dávila, sin embargo, estuvo sólo 100 días como presidente y, luego de diversos mandatarios interinos, Arturo Alessandri fue electo como presidente de la República. 

El segundo período de Alessandri se caracterizó principalmente por la recuperación del país, tanto en la economía como en el ámbito político. Para esto, Alessandri utilizó en varias oportunidades las facultades extraordinarios de su cargo y logró alejar al ejército de la política, la cual ahora estaba compuesta por la Coalición de conservadores y liberales, el Partido Radical que cada vez tenía más protagonismo, y la Izquierda emergente compuesta por el Partido Socialista (fundado en 1933) y el Partido Comunista. A su vez, la influencia de las ideologías fascistas que surgían de Alemania, España e Italia, fue asimilada por las juventudes del Partido Nacional Socialista de Chile liderado por Jorge González Von Marées. 

Aunque en un comienzo Alessandri gobernó con un gabinete pluralista, los radicales lentamente comenzaron a acercarse a los partidos izquierdistas, retirándose del gobierno en abril de 1934. La división entre el Gobierno de derecha con la izquierda y los radicales comenzó a hacerse cada vez más profunda y la violencia comenzó a reaparecer. La Masacre de Ránquil fue sólo una muestra de la tensión que comenzó a gestarse en los campos y en la ciudad. Alessandri decretó el estado de sitio en febrero de 1936 y cerró el Congreso, mientras los obreros se declaraban en huelga a la sombra de la recién fundada Confederación de Trabajadores de Chile. 

A pesar de los sucesos que ocurrían en el país, Alessandri junto al ministro Gustavo Ross Santa María estaban logrando recuperar la alicaída economía. La minería salitrera ya estaba dando sus últimos frutos y comenzaba a ser reemplazada por el cobre, mientras la agricultura estaba resurgiendo rápidamente. La deuda externa fue reducida en un 31% con la compra de depreciados bonos (Ross logró comprar 139 millones de bonos a sólo 15 millones de pesos) y la industria nacional lograba satisfacer el 70% de las necesidades del país. Este auge permitió la construcción de obras como el Estadio Nacional y el Barrio Cívico. 

Al acercarse la elección presidencial, los radicales lograron aliarse con los comunistas, socialistas y la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH), y así formaron el Frente Popular, el cual levantó la candidatura del radical Pedro Aguirre Cerda. La Coalición eligió a Ross como candidato presidencial, el cual era detestado por la oposición, que lo denominaba el Ministro del Hambre. Sin embargo, la sorpresa la protagonizó la candidatura de Ibáñez apoyado por la Alianza Popular Libertadora y el Partido Nacional-Socialista. 

Ross parecía ser el seguro ganador de las elecciones gracias a la onerosa campaña realizada y a la división de los votantes opositores entre Aguirre Cerda e Ibáñez. Sin embargo, un terrible acontecimiento cambiaría la situación: miembros de las juventudes nazis tomaron la Casa Central de la Universidad de Chile el 5 de septiembre de 1938. Atrincherados en el edificio, una pieza de artillería, atacó la entrada principal lo que derivó en la rendición de los 71 protestantes. Éstos fueron trasladados al Edificio del Seguro Obrero, ubicado frente al Palacio de La Moneda, y allí fueron acribillados por carabineros. La Matanza del Seguro Obrero fue atribuida por la oposición como orden de Alessandri, lo que provocó la renuncia de Ibáñez a su candidatura y su apoyo a Aguirre Cerda. Finalmente, el 23 de octubre el candidato del Frente Popular obtuvo el 50,2% de los votos frente al 49,3% de Ross.
 

IMÁGENES: 


 
Carlos Ibáñez del Campo. 

 
Vista del centro de Santiago, hacia fines de los años 1920. 

 
Mujeres preparan ollas comunes, en 1932. 

 

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